Los ofendiditos de 2023

“Ya no se puede hacer humor de nada, os ofendéis por todo” o “¿Y qué pasa con la libertad de expresión?" son algunos argumentos comúnmente utilizados para poder hacer uso del conocido humor negro, con el propósito de denigrar a los colectivos y minorías que históricamente han sufrido discriminación. 

Es más, recientemente hemos sido testigos de cómo en el partido de fútbol de España contra Marruecos celebrado en Qatar, muchos han tenido la osadía de declarar “han sacado mi lado racista”, justo después de haber tuiteado y retuiteado comentarios despectivos sobre los jugadores de equipos contrarios, bajo la apariencia de chistes o bromas muy manidas y de pésimo gusto. A pesar de ello, el fútbol no saca el lado racista de nadie, sino que, desgraciadamente, nos revela la mentalidad de gran parte de la población. Una faceta de nuestra sociedad que confirma la encuesta publicada el 8 de noviembre de 2022 por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud: de una muestra de 1200 jóvenes de entre 15 y 29 años, el 25% de los encuestados tenía opiniones o actitudes racistas

Ante lo ocurrido, tildar de “generación de cristal” a aquella que quiere construir una nueva forma de hacer humor (más justa, más igualitaria) es, cuando menos, bastante cínico. Además, nos lleva a cuestionarnos quiénes son realmente los ofendidos porque, a estas alturas, escudarse en la libertad de expresión cuando tus palabras o tus actos atentan contra los derechos fundamentales de otra persona no tiene ningún sentido.
 

Uno de los ejemplos más esclarecedores fue la polémica desatada a partir del anuncio del Ministerio de Igualdad el pasado 25 N bajo el eslogan: “Si ni tú ni yo hemos sido, ¿entonces quién?”. Aquellos que se dieron por aludidos tras el anuncio (entre los que se encontraba el conocido comunicador Pablo Motos), en vez de admitir sus errores y disculparse públicamente, optaron por actuar tal y como parodiaba la campaña: echando balones fuera.

Y es que poco a poco, se van derribando los muros que escondían la humillación y la discriminación de los colectivos menos privilegiados bajo el disfraz del humor, y se desenmascara a quienes tratan con desprecio o paternalismo a mujeres, personas racializadas, con diversidad funcional, etc. Muchos se amparan en la libertad de expresión, otros tantos niegan los límites del humor; sin embargo, cuando este ataca directamente a los mismos colectivos vulnerables de siempre, no es humor, es opresión.


Melanie Quintanilla (2º Bachillerato) 

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