(Des)propósitos de año nuevo

Hoy ponemos punto y final al primer mes del año. Superada la resaca emocional de la Navidad, es momento de evaluar cuán en serio nos hemos tomado los famosos propósitos de año nuevo. Cada cual tiene los suyos, pero hay uno que siempre aparecerá en todas las comidas familiares, sobre todo, después de los numerosos excesos de las vacaciones: bajar de peso. Tras el arrepentimiento y la vuelta a las oficinas y a los institutos, llega la obsesión por bajar todo el peso ganado en esas dos semanas. Para ello, se utilizan métodos alarmantemente perjudiciales para la salud.

Mucha gente decide tomar el camino “fácil” y llevar a cabo las famosas dietas milagro, las cuales prometen bajar mucho peso en muy poco tiempo. Podemos encontrar una gran variedad, pero llama poderosamente la atención la conocida como dieta de la sonda. Esta consiste en introducir una sonda nasogástrica, desde la nariz hasta el estómago, y utilizarla como único medio para alimentarse. Los que ofrecen este servicio prometen adelgazar diez kilos en diez días. Por supuesto, será difícil encontrar algún médico que la recomiende…

Parece algo obvio, pero estas dietas no conllevan nada bueno y hacen que se pierda una gran cantidad de nutrientes esenciales para nuestro organismo, al mismo tiempo que pueden desembocar en trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia. La psicóloga y experta en la materia Margarita Carrasco alerta sobre cómo este tipo de dietas «ponen en riesgo la salud mental, porque se basan en la falsa promesa de conseguir resultados inmediatos y con poco esfuerzo, lo que hace aumentar el malestar emocional y la frustración al no obtener la “milagrosa” pérdida de peso esperada».

Otro de los muchos problemas de estas dietas es el “efecto rebote” que provocan. Este se produce al abandonarlas de un día para el otro, ganando así más peso del que se tenía cuando se empezó a realizarlas. Este efecto tiene una explicación médica: nuestro organismo está acostumbrado a consumir menos calorías y, cuando volvemos a nuestra rutina alimentaria anterior, los kilos vuelven en forma de grasa. De este modo, aunque creamos que hemos eliminado los excesos de Navidad, pronto volveremos a sentir el mismo descontento con nuestro cuerpo al visualizar en el horizonte el verano. Así, lo que llamábamos “propósito de año nuevo” se convertirá en la angustiosa “operación biquini”, cayendo en un bucle destructivo para nuestra autoestima

No sorprende a nadie que el porcentaje de personas afectadas por las dietas milagro, así como por el propósito de adelgazar en general, sea mayor en las mujeres. Esto es debido a los estrictos estándares estéticos que imperan en nuestra sociedad actual, los cuales someten a la mujer a una presión constante por alcanzar un ideal de belleza estratégicamente pensado para que sea, precisamente, inalcanzable. Estos cambios en nuestra alimentación tienen un impacto psicológico devastador, especialmente en momentos en los que una mujer puede sentirse más vulnerable con respecto a su cuerpo, como por ejemplo, tras un parto. Son muchas las figuras públicas que, tras dar a luz, se esfuerzan por recuperar el cuerpo que tenían antes del embarazo, sometiéndose a estas dietas milagro tan perjudiciales para la salud. Vemos en sus redes sociales las duras rutinas de ejercicio físico que realizan para encajar en aquello que se espera de ellas. De este modo, crean en un amplio público la misma necesidad, sin entender que no todas las mujeres ni podemos ni queremos someter a nuestro cuerpo a esa tortura. 

Aprovechar el cambio de año para plantearse nuevos objetivos puede ser algo muy constructivo y enriquecedor. Sin embargo, debería ser el resultado de un proceso de reflexión y autoconocimiento que nos permita discernir qué queremos realmente de aquello que nos imponen otros. Someter a nuestro cuerpo a los dictámenes de la industria de la moda y de la belleza puede pasarnos factura. Es difícil aceptar y querer nuestro cuerpo cuando nos dicen constantemente que hay algo en él que está fallando. Sin embargo, deberíamos focalizar nuestra atención en conseguirlo día a día y no perder el tiempo intentando transformar nuestro cuerpo e imagen en algo que ni nos habíamos planteado antes.


Laura Blasco y Lucía Dueñas (2º Bachillerato)

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