Entrevista a Raquel Castelló
Raquel Castelló es una antigua alumna de nuestro instituto con una apasionante carrera artística. Con tan solo tres años, dio sus primeros pasos en una disciplina que más tarde abandonaría: la gimnasia artística. A pesar de cosechar numerosos éxitos y ganar diferentes premios, diez años después, decidió decantarse por la danza contemporánea, formándose en el Conservatorio Profesional de Danza de València. Para introducir la historia de Raquel, necesitamos retroceder en el tiempo…
Cuéntanos, ¿cómo fue ese cambio tan brusco de la gimnasia artística a la danza después de tantos años?
Fue una decisión que no tomé yo. Mi madre me sugirió que hiciera las pruebas de acceso al conservatorio y, a pesar de hacerle caso, no lo hice con unas expectativas muy altas… Me presenté a las pruebas de danza clásica y a las de danza contemporánea y, aunque no superé las de clásico, conseguí entrar en contemporáneo.
Una vez dentro, tenía que tomar la decisión de si seguía con la gimnasia o, por el contrario, ponía punto y final a esa etapa. Sentí que era el momento de probar algo nuevo que de verdad pudiera desarrollar en un futuro. En definitiva, comenzar una carrera y obtener un título.
Efectivamente, conseguiste entrar en el conservatorio. Después de casi seis años, acumularás una gran cantidad de anécdotas, tanto positivas como negativas. ¿Cómo ha sido tu experiencia?
En mi opinión, en todos los sitios hay gente buena y gente que no lo es tanto. En el mundo de la danza hay una gran competitividad, especialmente cuando somos pequeñas. Y esto es algo que se vive en el día a día en clase, hasta el punto en el que a veces se hace difícil la convivencia.
Con los años te vas dando cuenta de quién te va a apoyar y quién va a estar siempre a tu lado, y eso es con lo que me quedo, con las caras de quienes van a verte actuar y te felicitan por tu trabajo.
En toda carrera artística siempre hay un momento de crisis y tú tuviste el tuyo. ¿Qué ocurrió?
Yo creo que esta crisis no hubiera surgido si hubiese recibido el apoyo que en ese momento necesitaba. En aquella época, había entrado en una compañía joven y no todo el mundo pensaba que hubiera sido una buena idea. El hecho de sentir que la gente no quería verme crecer hizo que me planteara si la danza servía para algo o no. ¿Qué hago: sigo con la danza o renuncio a todo? Finalmente, decidí vivir una experiencia nueva y continuar en esa compañía.
A medida que pasas de curso en el conservatorio, se recomienda que se empiece a audicionar. En ese sentido, tú fuiste la primera de tu clase, ¿qué es lo que te llevó a tu primera audición?
Después de aquella crisis que viví, durante el tercer curso del conservatorio me estuve preparando con una profesora particular para las pruebas de danza clásica porque entonces pensaba que mi lugar no estaba en aquel tipo de formación. Después de dos meses recibiendo clases, me di cuenta de que tampoco veía en el clásico mi futuro, ya que la danza contemporánea era realmente lo que me gustaba. Esta profesora me presentó a un concurso donde Mamen García, una reconocida coreógrafa, me vio y me ofreció formar parte de su compañía. Obviamente, yo acepté sin pensarlo.
Hice la audición y me seleccionaron. Desde entonces, siempre he pensado que para crecer hay que audicionar, te digan que sí o que no, y es lo que he hecho a lo largo de mi carrera.
A pesar de especializarte en danza contemporánea, tu primera experiencia en una compañía fue en una de danza clásica. ¿Por qué tomaste esa decisión?
Fue fruto de esa crisis de la que hablábamos. Recibí clases particulares y me fui a una joven compañía de Castellón, donde hice el ballet de La Bella Durmiente. Puedo decir que fue una bonita experiencia mientras duró, pero no la repetiría. Estoy muy a gusto en el contemporáneo, considero que es la mejor forma que tengo para expresarme. La danza es algo que tienes que llevar dentro y yo no llevaba dentro la danza clásica.
Si tuvieras que elegir la compañía de danza que más ha beneficiado tu crecimiento artístico, ¿cuál sería?
Creo que cada una te aporta cosas muy diferentes: distintos coreógrafos, bailarines, técnicas... Quizás la que más me ha marcado ha sido la Jove Companyia Gerard Collins, porque Mamen García, su fundadora, me ayudó a crecer tanto artística como personalmente. Me ha demostrado día a día que se puede llegar cada vez más lejos y que si quieres, puedes.
Cuando estuve en Alicante, por ejemplo, aprendí que los pequeños también pueden llegar a ser grandes. Allí yo era la bailarina más joven: todos tenían alrededor de 20 años y yo tan solo 16. Poder bailar a su lado y, al final de la temporada, compartir escenario con ellos me proporcionó muchísima seguridad como bailarina.
Has estado en formación o con becas en compañías muy importantes, ¿has notado mucha diferencia en el nivel de dificultad y exigencia en comparación con otras compañías?
La beca más importante que me han otorgado fue la que me permitió formarme durante una semana en la Compañía Titoyaya con Gustavo Ramírez. En mi opinión, es una de las mejores compañías que hay aquí. No obstante, en cualquier compañía de danza el nivel de exigencia es muy alto, pero más todavía debe serlo el tuyo propio. Al final, es más lo que tú desear obtener de esa experiencia que lo que allí te demandan.
La compañía en la que trabajas actualmente y que es en la que más tiempo has estado es la Gerard Collins. Con ellos, llevas más de tres años, ¿podrías contarnos cómo está siendo la experiencia?
Yo empecé en 2020 en esta compañía, justo cuando nos golpeó a todos la pandemia. Por esta razón, no pude relacionarme con la gente como me hubiera gustado. La pandemia no nos permitía juntarnos, porque si había un contagio, se cancelaban los ensayos.
Por otra parte, yo entré en la compañía con una beca, por lo que sabía que no iba a actuar con ellos. Esto hizo que me sintiera un poco inferior. Cuando volvimos del confinamiento, Mamen me incluyó en la compañía porque vio que podía llegar al nivel del resto. Fue entonces cuando pude relacionarme más con mis compañeros y compañeras. Descubrí gente de diferentes nacionalidades, edades o formas de pensar. Gente que había vivido muchas más experiencias que yo y que me podían ayudar.
En esa misma compañía has hecho dos dúos con un mismo bailarín, Fernando Cencillo. Los dos han recibido premios, pero el más conocido por todos es “CoraSHe”. Cuéntanos qué ha supuesto para ti esta pieza.
Yo empecé a hacer este dúo cuando todavía no conocía a Fernando. Fue extraño, éramos dos personas que no nos conocíamos de nada, pero que sabíamos que queríamos bailar juntos. Es verdad que teníamos mucho en común, por ejemplo, que nos sentíamos inferiores al resto. No digo que lo fuéramos, pero había gente muy buena.
Después de estar todo el verano trabajando en este dúo, montando y desmontando, en el momento del concurso, nos sorprendió muchísimo la respuesta del público: a todo el mundo le encantó y nos dieron el premio coreográfico. El título de la pieza tiene que ver con cómo nos dimos cuenta de que realmente lo que nos faltaba era, precisamente, el coraje, no la pasión.
Las compañías también organizan certámenes de premios, más conocidos como concursos, tú tienes una amplia experiencia en ellos y muchos premios.
A mí me encantan los concursos. Detesto la competitividad, pero en los concursos puedes ver que la gente que no va a exhibir su nivel, sino a demostrar su pasión por la danza. Lo que me llevo de estos concursos son las caras de alegría cuando un bailarín recibe una beca o las caras de admiración al ver a una persona transmitir tanto a través de la danza. Pero sobre todo, lo más especial son los aplausos del público, acabar y ver a todo el mundo levantado y aplaudiendo tu trabajo.
Muchas gracias por enseñarnos tanto a través de tu experiencia en el mundo de la danza. Para finalizar, cuéntanos, ¿cuáles son tus planes de futuro?
Ahora mismo, esta cuestión me genera un gran dilema. Acabo de empezar la universidad y me debato entre lo que me dicta el corazón (seguir bailando) y lo que me dice la razón (centrarme en mis estudios universitarios). Tengo 18 años y es el momento de exprimir todo el potencial de mi cuerpo, por eso el mes que viene haré unas audiciones y, si tengo la suerte de que me seleccionen, me iré a Alicante a hacer una formación y a acabar allí mis estudios del conservatorio.
Tras esto, intuyo que ya tendré el nivel suficiente como para audicionar y poder salir fuera de España o quedarme y contribuir con mi experiencia a la danza valenciana, que es igual de importante.
Lucía Durán (2º Bach. B)
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